domingo, 18 de septiembre de 2011

Sobre magia y esas rarezas q ocurren a veces...


Estos días ando bastante triste, debe ser la época del año, debe ser porque estoy sola, debe ser porque estoy preparando un final, debe ser porque no sé ya de que hacerme un problema.
Y lloré, hacía rato que no lo hacía. Anoche me acoste en mi cama, aquí, en la casa de Gran Hermano, como le digo a la pensión. Y no había mas nadie que yo sola. Yo solita, en esta casa tan grande. Lloré porque quería que alguien me abrace. Y no había mas nadie.
Cuando me siento así, voy a la Catedral.
La tarde estaba soleada, demasiado tráfico en las calles para mi gusto. Pero el día lo ameritaba. Caminé hasta allá. Miré hacia las torres cuando estuve bien debajo al pie de las escaleras, las palomas sobrevolaban en las alturas, como siempre, y llenan de suciedad la entrada del portico, ¿alguna vez ensuciarán a las personas?, se me cruzó por la cabeza. Y recordé aquel sueño-visión que tuve cuando tenía 12 años. Y con el cual inventé mi primera historia.
Sonreí.
Mi primera historia. Serena y Alan, mis primeros protagonistas ajenos a mi. Salidos de mi propia cabecita soñadora. Año 1996.
Subí los escalones y me acordé de Pablo, el médico, aquel por el que lloraba en las entradas anteriores. Y pensé: antes lloraba mucho mas que ahora. Este rubio pelado no me hace tanto daño como el otro.
Estaba triste, y me sentía sola. Y fui a la Catedral.
El interior de la Catedral siempre está lleno de turistas. Cuando quiero ir a llorar sola, como he hecho tantas otras veces, pasa el contingente sacando fotos. FUCK! Perdón estoy en un lugar sagrado. Cierto.
Cuestión que ir... me hace mejor. Es como que el silencio que emana ese lugar me da paz. Sí, paz para el alma.
Pero también le digo a Dios: no me dejes sola. Quiero estar con alguien. Quiero que alguien piense en mi y me lo demuestre. Voy camino a ser solterona!... no quiero eso... no quiero ser así. Pienso entre mar de lágrimas. Un día va a llegar el día en que no voy a tener ni a mi familia. Me da miedo la soledad.
Después de persignarme, escuchar el tañido de las 19 campanas con esas melodías que jamás pude adivinar lo que interpretaban en realidad (¿hacen musica de verdad?) salí al sol de la tarde y me quedé allí. Me senté en un escalón, al sol. Y contemplé el universo.
La calle y la plaza de enfrente.
Y cuando enfoco... enfoco la vista, ENFOCO... no, me estaban enfocando a mí. Dos fotografos amateurs, de alguna facultad de Arte... tirados sobre la hierba del jardín de la catedral, registraban aquel momento en que yo meditaba acerca de la vida y la muerte mirando el infinito. Mientras mi cabello se despeinaba con el viento un tanto feroz. Y mi cara era como la de Pantriste. Así, en esas rarezas que me ocurren solamente a mí, quedé inmortalizada con mi día de reflexión. Cuando digo que existe la magia... o las ganas de que vea las cosas de una manera diferente, me pasa así.

1 comentario:

Sofía dijo...

Hola Mina! muchas gracias por tus comentarios, mis respuestas las dejé en mi blog, así no mezclaba las cosas.
Me gusta mucho como contaste sobre tu día triste, es una lectura con un bello sonido... me explico?? jajaja esas cosas que te permiten imaginarlas cuando las lees, una gran característica positiva en un escritor ;D
Yo solía tener mis momentos de reflexión en una iglesia hermosa de mi barrio... pero ya no voy tantro. Ahora mis reflexiones las hago en el divan de mi psicóloga, jajaja, la cual pronto me va a derivar a un psiquiatra si no empiezo pronto a modificar mis conductas, jajajajajaja.

En fin, me alegro mucho de que hayas encontrado mi blog y me hayas escrito. Mi mail es de la misma web que el que vos me diste, a nombre de "chuges" ;)

Saludos y nos estamos leyendo!