sábado, 9 de agosto de 2008

Nossa Velha infância.

(Nuestra bella infancia)
Sólo vamos a cerrar los ojos, y respirar, y cuando digo "infancia" saltan a mí las tardes de verano, la hora de la siesta, cuando los sauces estaban totalmente cubiertos de hojas en el barrio, dando sombra, y con las ramas colgando, de las cuales con mi vecino nos trepabamos y balanceabamos, pensando que eran las lianas de la selva de Tarzán. Cuando era chica, tenía muchísima imaginación, supongo que como todos ustedes a la misma edad. Me encantaban las historias, me gustaba mucho cuando yo me imaginaba ser la protagonista de mi propio cuento, y ahí comenzó mi sueño de escritora. Si sigo cerrando los ojos, y pienso en infancia, se me vienen olores a mi mente... sí, olor a pasto recien cortado, a jazmines y naranjos en flor, y colores verdes de todos los tonos, al patio de Ema, una viejecita que tenía apariencia de bruja mala y fea, pero que vivía en el paraíso. Algunas tardes mi mamá me llevaba a juntar flores a la casa de esta mujer, en esas tardes de verano, cuando ya no iba mas a la escuela. Por la calle de tierra con todo el calor, a las tres de la tarde, mi mamá y yo caminabamos esas dos cuadras interminables, a esa casa escondida en el medio del monte. La magia del lugar estaba en que se ocultaba tras una barrera de árboles que tapaban el interior, también recuerdo que algunos jazmines se colgaban y se salían del patio hacia la vereda, que era un pasaje de tierra barroso, y de noche era la guarida para las parejas...


Cuando pasabamos la reja, Ema estaba allí, con su melena blanca, con su asada en la mano, toda encorvada, y yo con mis cinco años, totalmente espantada de que me quisiera secuestrar en su oscura casa. Siempre había ese olor a "patio de vieja" que lo he podido sentir en muchas otras casas en otras circunstancias. No sé si es el olor a comida que se mesclaba con las flores, el gallinero que tenía al fondo, o ese tanque con agua podrida, donde alguna vez pensé también que habría "criaturas mágicas". Del patio de Ema, parecía que iban a salir hadas, porque era grande, porque había mucha variedad de árboles, y pequeños arbustos que formaban caminos retorcidos, con pequeñas flores en su interior, de color blancas o celestes o violetas... y las camelias... y la bomba de agua, que tenía una especie de estanque...


A veces es dificil poder plasmar las sensaciones de un recuerdo en el papel, y cuando uno es adulto, vé que todo aquello que recuerda, con ojos de niño, lo recuerda a lo grande, ese patio para mí era enorme, con sus recovecos y salidas, con ese corral de gallinas blancas como nubes... hace años que no entro allí, sea porque Ema ya falleció, sea porque siempre me dio temor y admiración a la vez el paraiso perdido, sea porque los nuevos dueños desmontaron todo el terreno, acabando con las flores, acabando con los arboles, acabando con todos los recuerdos que a mí me traían.


Esa era nuestra infancia. A medida que me vaya acordando de alguna anecdota la escribiré aquí... con mi mejor amigo siempre recordamos momentos que pasabamos juntos, cuando no habian problemas que resolver, cuando solo nos dedicabamos a jugar y a ayudar a nuestras mamas. Cuando soñabamos que viviamos grandes aventuras en paises perdidos, que con lo que teníamos eramos felices. Esa es la palabra que estaba buscando. Mi infancia, a pesar de haber pasado necesidades en algún momento, fue muy feliz. Porque tenía imaginación.

2 comentarios:

fed dijo...

Bonitos recuerdos mina,igual dicen que lo mejor está por venir...

besotes,

fed

sandro dijo...

oye bien bonita tu historia, me recordaba a la mia de cuando era niño. tb me encantaba el olor a pasto recien cortado. otro q me gustaba era el del agua vaporizada sobre la vereda caliente. o el de madera recien lijada.